UNA CARTA DECISIVA.





Las circunstancias políticas en las que Luis Alonso inicia su vida profesional en África, en la primavera verano de 1922, son de pacificación y por tanto de desarrollo humano; pero tan frágiles que no van a afianzarse. En julio es nombrado un nuevo alto comisario, de talante conciliador y partidario de la acción política, que llega a la zona con unas orientaciones del Gobierno muy concretas. Utilizar a las autoridades indígenas, pacificar el Rif, promover proyectos de educación y obras públicas entre otros, pero  que no llegarán a realizarse, porque no llegarán a darse las condiciones necesarias para ello. De acuerdo a esta orientaciones gubernamentales  el nuevo alto comisario  quiso y pretendió reducir la misión del Ejército en la zona, a la realización de constantes desplazamientos,  con el fin de transmitir a las cabilas una  sensación de autoridad y dominio que permitiera su pacificación. Pero  como no se había conseguido la estabilidad del territorio que estaba a merced de las acometidas de los rifeños, estas expectativas de abandono de medios militares estuvieron  muy alejados  de la realidad.
Es este el motivo por el que a su llegada  en abril de 1922, Luis Alonso, inicialmente destinado al Docker, se incorpora al día siguiente a su llegada a un destacamento en las inmediaciones de Monte Arruit. Un fortín en el que habían muerto tres mil españoles, en terribles condiciones, ya convertido en un espacio casi sagrado en el que sus recientes ruinas infunden respeto, dolor e indignación.
Aquí en este ya simbólico lugar, en el que varios de sus compañeros de la Academia de Sanidad habían muerto junto a sus heridos, empieza el itinerario de este oficial médico. El ambiente cerrado y seguro de un hospital, que esperaba encontrar ha cedido a los campos y poblados abiertos en los que empieza a forjarse su vocación de médico militar. Por estos caminos  del valle del Kert  que guardan las recientes huellas de la terrible tragedia se desplaza con las tropas en las columnas móviles que está iniciando el alto comisario, y que no dan el resultado esperado por lo que es necesario recurrir a la acción militar.  Los inevitables combates que van a tener lugar,  serán la ocasión de iniciarse y de iniciar la Psiquiatría en estos frentes donde los conflictos humanos se producen.
Reincorporado al Hospital, sigue compatibilizándolo con las salidas a los campamentos. La experiencia de ambos ambientes, y la influencia de  lo acontecido en la Gran Guerra, le hacen tomar la   decisión de ingresar como voluntario en la  Legión española o Tercio de Extranjeros como también se la llamó, creada para evitar el empleo de soldados de reemplazo.   Escribe la  carta que adjunto al Jefe de la Legión, para solicitarle que por circunstancias y miras científicas especiales sea destinado a cualquiera de las banderas de esta institución, que se ha creado recientemente,  para actuar en las primeras líneas de fuego. Por esto pide el ingreso en este cuerpo de élite, el único de voluntarios que existía en nuestro Protectorado Esta petición es la señal de una vocación por la ciencia  que evoluciona hacia su madurez. Conoce sus avances y sabe que está amaneciendo una época nueva en el desarrollo de esta disciplina médica. 
El simultanear la atención a los heridos tanto en el hospital como en los combates le va a proporcionar una experiencia que le  permitirá  más tarde hablar con la autoridad del que lo ha vivido, cómo estas situaciones pueden influir o alterar a conducta humana. Sus escritos por tanto serán el fruto de su estudio y del conocimiento directo adquirido  por la experiencia. Años más tarde y ya obtenido su Diploma en Psiquiatría será el psiquiatra  que más experiencia hospitalaria y en combate atesore.
Los combates a los que asiste, son los más duros que  tuvieron lugar en el Rif, para la recuperación de los territorios que se habían perdido tras la desastrosa retirada de nuestras tropas de la posición de Anual. Y en ellos demostró unas cualidades excepcionales de inteligencia, al controlar  reacciones de pánico colectivo,  y acudir  a los puestos de mayor peligro en auxilio de los heridos, por lo que consiguió   una de las distinciones más importantes la Medalla Militar Individual, que se concede  

 "como recompensa ejemplar e inmediata por hechos y servicios muy notorios y distinguidos realizados al frente del enemigo."

La R.O. por la que se le otorga esta distinción, dice textualmente:
 "Como premio a su distinguido y valeroso comportamiento en el combate del día 18 de agosto de 1923 en Melilla,al que asistió con las fuerzas del Tercio,destacando su actuación de un modo excepcional,evidenciando valiosas dotes,curando a los heridos en las mismas guerrillas y dando en todo momento pruebas de inteligencia,elevado espíritu,entusiasmo y valor personal" .

Luis Alonso que había ingresado en la Sanidad Militar, por el amor a la que ya es su esposa, ha encontrado su verdadera vocación, que fructificará en un trabajo incansable en pro del bienestar y desarrollo de la población de lo que fue el  Protectorado español en Marruecos, y que iremos viendo a o largo de estas páginas.














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