PSIQUIATRÍA Y PRIMERA GUERRA MUNDIAL.
Aunque desde los tiempos más remotos se conocían las repercusiones de las guerras en los combatientes, fue en la guerra de 1904-1905 entre Rusia y Japón cuando la psiquiatría empezó a intervenir y Rusia el primer país que envió psiquiatras al campo de batalla.
Pero fue la Gran Guerra la que posibilitó a la psiquiatría
oportunidades sin precedentes para obtener grandes progresos. Sin embargo el debate en
torno al origen del trastorno que presentaron los soldados en este conflicto, no se solucionó entonces, sino
que continuó décadas después, ya que puso de manifiesto que esa línea divisoria
entre normales y enfermos que en el siglo XIX había quedado delimitada, ahora
se había convertido en difusa. La neurosis de guerra, nombre con el que se denominó al conjunto de síntomas que los combatientes presentaban demostró que un estrés
suficientemente intenso puede convertir a personas normales en enfermos
mentales, y hacerles perder la razón. En la Gran Guerra, se empezaron a presentar síntomas alarmantes que amenazaban con minar la moral de las tropas que llegó a convertirse en una verdadera epidemia insostenible desde el punto de vista militar, y la demencia del soldado uno de los problemas más graves. El número tan alto de combatientes y otros factores, como la
permanencia en las trincheras durante periodos prolongados de tiempo en condiciones
sanitarias deplorables, en los que los soldados convivían durante un tiempo muy prolongado con los
cadáveres de sus compañeros, contribuyeron a la gravedad y extensión de este fenómeno que
en un primer momento se denominó “choque de bombardeo.”
El mal
fue en aumento y en la batalla del Somme el 40% de las bajas británicas
correspondió a estas patologías. La desconcertante enfermedad recibió otros
nombres, “choque de las trincheras o fatiga de combate”. Al final se llegó al
concepto de “neurosis de guerra”, que más tarde se incluyó en el más amplio e neurosis traumática.
Se
produjeron también por este motivo muchas deserciones porque al fin los ideales
más nobles que llevaban con entusiasmo al combate a los soldados se estrellaban
contra la dura realidad por la que ya dejaron de creer en la justicia de su
causa, destruyendo muchas de las ideas que dieron sentido a su vida. Aquella guerra se había
convertido en una carnicería, y al final aquellos combatientes tenían un gran
sentido de culpabilidad porque habían llegado al convencimiento de que aquellos seres humanos con los que se habían ensañado, eran como ellos.
Este problema contribuyó a que los psiquiatras salieran del ámbito de los manicomios, lo que supuso un enorme avance y marcó el devenir de la Psiquiatría a lo largo del siglo XX.
Terminado el conflicto los psiquiatras militares españoles influidos por lo que en este conflicto había acontecido propiciaron el inicio de esta disciplina en España, y Luis Alonso, el más experimentado psiquiatra español por su participación en los durísimos combates de la zona oriental en el Norte de África ocurridos 1923, como en los de la zona occidental en 1926, será el que contribuya con sus escritos al conocimiento de los problemas que los combates presentan para la salud mental de los combatientes.
En 1928, reciente la pacificación del territorio del Protectorado español, envía desde Tetuán, capital entonces del Protectorado, el artículo "La Profilaxia de la deficiencia mental en el Ejército", a la Asamble general, que la Liga de Higiene Mental celebra en Bilbao.
En este artículo que requiere un nuevo Post, Luis Alonso nos describe las situaciones vividas en los recientes combates y su propuesta de creación de los servicios necesarios para el avance de la psiquiatría.
Retornando a lo que ha sido el asunto de esta publicación, no solo avanzó la Psiquiatría en este conflicto. La Medicina en general y especialmente la Cirugía dieron un gran avance, y nuestro médicos militares tuvieron una destacada intervención que ha sido muy desconocida.
Aunque España se mantuvo neutral en este conflicto por la iniciativa del Rey D. Alfonso XIII y del Presidente del Gobierno D. Eduardo Dato, muchos militares participaron en las tareas de inspección de los campos de prisioneros, tarea encomendada por el Rey. También se comisionaron oficiales médicos en esta tarea humanitaria. Fueron varios los médicos que fueron pero como significativos cito al capitán médico D. Mariano Gómez Ulla, que figura el primero en las fotografías publicadas. Visitó en Francia los campos de prisioneros, y observó y actuó al lado de los grandes maestros de la Cirugía francesa. En 1921, tras el Desastre de Anual, será enviado a Melilla, donde tendrá una actuación muy relevante, que encontraréis en las páginas de LUZ PARA EL OLVIDO.
El capitán médico Fidel Pagés Miravé, realizó inspecciones en los campos de prisioneros de Hungría. Posteriormente fue adscrito como cirujano a la sección de prisioneros del hospital de Viena. Formó parte en misiones de traslados de heridos. Igual que Gómez Ulla tendrá una actuación muy importante en el Hospital Docker de Melilla, tras el Desastre de Anual.
El capitán médico Antonio Vallejo Nágera fue un eminente psiquiatra que observó en los centros asistenciales de Alemania los adelantes científicos y asistenciales de la época. Asistió en las Universidades de Heidelberg y Viena a las sesiones y conferencias de Kraepelin. Su formación fue profundamente germánica.
La historia del comienzo y desarrollo de la Psiquiatría Militar está ampliamente expuesta y documentada en LUZ PARA EL OLVIDO. No en vano su protagonista la inició en el Hospital Docker de Melilla, donde llegó destinado con carácter forzoso tras el Desastre de Anual.
https://goo.gl/XfQLx1. Enlace al libro.
La información para esta publicación ha sido obtenida de Sanidad Militar vol. 70.nº 1. Madrid. enero-marzo 2014.
Revista Neuropsiquiatría vol.77. nº 3. Lima. jul. 2014. Santiago Stucchi.
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